domingo, 27 de septiembre de 2015

La Vanidad de Antonio de Pereda


Antonio de Pereda: Vanitas, Kunsthistorisches Museum, Viena, 1634


"La distribución del lienzo la forman dos mesas; la de la derecha, cubierta de terciopelo y en un plano más alto, en la que se muestran las vanidades mundanas; y la de la izquierda, de madera y más sobria, en la que se muestran los despojos del mundo y el triunfo de la muerte sobre éstos.



Un ángel-genio domina la composición. Mira directamente al espectador mientras sostiene un camafeo que representa a Carlos V y señala un globo terráqueo colocado en la mesa de la derecha. Así, pone de manifiesto la vanidad de las cosas mundanas, dispuestas en esta mesa, e invita al espectador a desengañarse de este mundo. Un suntuoso reloj preside esta mesa, haciendo clara referencia al devenir imparable del tiempo, en el que se apoyan diferentes elementos. La alusión a la casa de los Austrias se refiere a que el poder es pasajero y efímero. El ángel-genio señala los territorios que dominó el emperador antaño, y la transitoriedad del poder se subraya con la medalla del emperador Augusto en clara referencia a la desaparecida gloria del imperio romano. También evidencian el poder del paso del tiempo los retratos de las damas vestidas a la moda de la época de Felipe II y Felipe III.



Asimismo, sobre la mesa se disponen diversas joyas, monedas y naipes que aluden al carácter efímero e inutilidad de las posesiones materiales. Las monedas y joyas suelen ser símbolo de riqueza y de la ambición humana por atesorarlas, con lo que se relacionan con los pecados y por ende con la posibilidad de condenación eterna. Los naipes son una alusión todavía más directa al vicio, por lo que toman un carácter condenatorio.



Más elocuente es el contenido de la mesa de la izquierda. Los objetos allí dispuestos están presididos por una vela apagada, símbolo de la muerte. Hay piezas de armaduras, un pistolete y libros, y entre todos estos elementos están dispuestas varias calaveras y un reloj de arena, en clara alusión al triunfo de la muerte sobre el saber y las proezas de las armas.



El reloj de arena tiene la parte superior vacía indicando el tiempo destructor, y por la disposición del conjunto es clara la vinculación tiempo-muerte. Junto a una calavera situada al borde de la mesa, y que además parece mirar al espectador, aparece la frase nihil omne (todo es nada), idea contundente a la que responde toda la obra. El ángel-genio está mostrando la vanidad de las cosas mundanas y como la muerte, que llega inexorable, acaba con todo ello; así que todo lo de este mundo no es nada, todo es un engaño. El ángel-genio advierte al espectador del engaño del mundo y por tanto le exhorta a que haga un ejercicio de reflexión –tanto el ángel como la calavera miran al público- para desengañarse. 


El único elemento común en ambas mesas son los naipes, que parecen caídos de una a la otra, de la mesa en la que se hallan los símbolos de la vanidad de la vida mundana a la mesa con los elementos referentes a la muerte. Julián Gállego considera que este hecho refuerza la lectura de la obra expresando el paso permanente de la vida a la tumba. Por su lado, Pérez Sánchez advierte que en la primera mesa las cartas que aparecen son sólo espadas y en la segunda son bastos. No define su sentido pero observa que la explicación puede estar en el lenguaje emblemático de los palos de la baraja española".


(Extracto del trabajo de Ana Iglesias Benedicto "La idea del desengaño y la pintura de vanitas de Antonio de Pereda" s.d.)

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